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Estados Unidos incrementará un 68% el envío de gas a la UE para rebajar la dependencia energética de Rusia

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó Europa con la finalidad de mantener su promesa tangible en forma de combustibles fósiles. Washington se ha comprometido a dar un salto de grandes proporciones en sus envíos de gas natural licuado (GNL) a la UE para acelerar el cierre del grifo ruso. El Gobierno estadounidense y el Ejecutivo comunitario han llegado a un acuerdo para incrementar en 15.000 millones de metros cúbicos el suministro anual de este combustible hacia los socios comunitarios. El salto supone un 68% más en relación con 2021, pero es una cantidad que aún queda muy lejos de poder compensar las importaciones rusas de gas natural, unos 155.000 millones de metros cúbicos al año. El pacto, por tanto, cubre apenas un 10%.

La promesa se ha hecho oficial este viernes, como colofón de una semana en la que la capital de las instituciones europeas ha acogido cumbres de la OTAN, el G-7 y el Consejo Europeo ―esta última aún en marcha―. En una comparecencia conjunta, el presidente estadounidense, Joe Biden, y la del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, han celebrado los renovados lazos de ambas orillas del océano Atlántico frente a la amenaza de Moscú. “En un mundo enfrentado al desorden, nuestra unidad transatlántica defiende valores y normas fundamentales en los que creen nuestros ciudadanos”, ha enfatizado Von der Leyen.

“Señora presidenta, sé que eliminar el gas de Rusia tendrá costes para la UE”, ha añadido Biden ante los micrófonos. “Pero no solo es la acción correcta a tomar desde el punto de vista moral. [También] nos va a colocar en una mejor posición estratégica”. El objetivo final, según han explicado, es alcanzar un suministro de hasta 50.000 millones de metros cúbicos en 2030.

Dicho acuerdo con Biden se enmarca en el compromiso de la Unión Europea de intentar reducir en dos tercios la dependencia de gas ruso antes de que acabe el año. Es decir, pasar de los más de 150.000 a 50.000 millones de metros cúbicos. Para ello ya está negociando con nuevos suministradores como el propio Estados Unidos, Qatar y Noruega. La semana pasada el ministro de Economía y Clima alemán, Robert Habeck, viajó a Qatar y a Emiratos Árabes Unidos para buscar alternativas rápidas al suministro de gas ruso, pero también para impulsar cuanto antes el desarrollo de energías renovables como el hidrógeno verde.

Alemania, un país que importa de Rusia el 55% de su gas natural y aproximadamente un tercio del petróleo, está pisando el acelerador para tratar de reducir su dependencia cuanto antes. Habeck ha asegurado este viernes que las compras de petróleo ruso se reducirán a la mitad a mediados de este año y serán prácticamente anecdóticas antes de que acabe 2022. Con el gas, el proceso será más lento porque es mucho más difícil compensar el cierre de los gasoductos rusos. Alemania será “en gran parte independiente para mediados de 2024″, añadió el político de Los Verdes en una rueda de prensa en Berlín.

La mayor economía de Europa ha anunciado la construcción exprés de dos regasificadoras para recibir gas natural licuado por barco -actualmente no tiene ninguna- y está examinando posibles ubicaciones, en el mar del Norte y el Báltico, para instalar terminales flotantes que puedan estar operativas rápidamente, incluso de cara al próximo invierno. El transporte por barco es más caro y complicado que por gasoducto. El gas se convierte en líquido en el puerto de salida, se carga en barcos especializados, llamados metaneros, y se transporta al destino, donde es necesario que haya otra planta que devuelva el líquido a estado gaseoso (el proceso llamado regasificación).

La idea de la Comisión es lograr sustituir el envío de GNL desde Rusia a la mayor brevedad. Pero a la vez se enfrenta a un futuro complejo, con una galopante crisis energética producto de la pandemia, ahora agravada por la invasión de Ucrania. Este invierno, las reservas se encuentran cerca de un 10% por debajo de lo habitual por estas fechas. Y Bruselas teme sufrir un recorte en los suministros en un momento crítico en el que arranca el proceso de almacenaje de cara al próximo invierno. Hay voces en el Ejecutivo comunitario que alertan de un escenario negro, incluso con cortes de electricidad en la estación fría, si no se hace acopio a tiempo. Pero las cifras del acuerdo, en cualquier caso, son bajas: el grueso del gas que llega de Rusia a la UE no es licuado, sino que viaja por tuberías.

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