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Cuatro meses después la fiscalía continúa sin aclarar la muerte de Debanhi Escobar

Tras la realización de última autopsia, asfixia por sofocación es la conclusión al caso de Debanhi Escobar, la joven de 18 años que desapareció el 9 de abril y fue encontrada dos semanas después muerta a las afueras de Monterrey, capital de Nuevo León.

Las autoridades exhumaron su cadáver, que llevaba más de 68 días enterrado, para elaborar una segunda necropsia definitiva, que prometía esclarecer cómo murió la joven. Pero la causa de la muerte presentada este lunes no resuelve de forma definitiva las principales incógnitas, la forma en que pudo ser asesinada.

De acuerdo a la información presentada la joven murió entre tres y cinco días antes de que la encontraran, cuando se había movilizado el Estado para buscarla, desvela el informe. Y el caso Debanhi, que concentró el horror de las desapariciones de mujeres en el Estado, que indignó a un país que soporta la cifra de 11 mujeres asesinadas al día, parece condenado a alejarse de la justicia y de la verdad.

Este lunes, en una conferencia de prensa (sin preguntas) de las autoridades estatales y el enviado del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para la resolución del caso, el subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía, han expuesto las conclusiones del último dictamen de autopsia. Fue elaborado hace dos semanas tras la exhumación del cadáver de la joven, por la polémica que había provocado la falta de información de la primera autopsia y las revelaciones del segundo dictamen. El informe final refuta la primera causa de muerte: traumatismo craneal profundo. Y elabora otra: “asfixia por sofocación por obstrucción de los orificios respiratorios”.

Este tipo de asfixia puede ser provocada por otra persona o puede darse por un accidente, explica a este diario un médico forense que prefiere no revelar su identidad, aunque la segunda opción se trataría de una situación “excepcional”. “Hay dos posibilidades factibles: o que alguien le tape los orificios respiratorios, o que se los tape ella misma”, explica el médico. “Con esa información y sin más datos es casi un hecho que la mataron”, añade. “Aunque es necesario que las autoridades informen acerca de una mecánica de lesiones, pues antes de eso, todo es presuntivo”, precisa. La última autopsia no mencionó, no obstante, los golpes en la cabeza que destacaron los informes anteriores, que los consideraban como la principal causa de muerte.

El director del Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, Felipe Edmundo Takeshi, y las autoridades estatales, han evitado mencionar que se trató de un posible feminicidio y la escueta información presentada, técnica y reducida a una línea, ha provocado que “asfixia por sofocación” se convirtiera en la principal búsqueda de Google en México este lunes. Takeshi sí ha sido incisivo a la hora de descartar que la joven sufriera abuso sexual, como sí lo establecía el segundo informe forense. Ninguna autoridad ha explicado por qué existen fuertes contradicciones entre las dos autopsias.

El segundo dictamen de autopsia, solicitado por su padre, Mario Escobar, ante la falta de información del primero, y al que tuvo acceso EL PAÍS, establecía sobre ese punto: “No se encontraron datos de obstrucción de orificios respiratorios, ni de obstrucción de las vías aéreas, ni de compresión toracoabdominal, ni de enterramiento, ni de confinamiento, por tanto, se descarta asfixia por sofocación”. El médico que estableció esta conclusión observó las imágenes del cadáver por zonas del cuerpo, pruebas médicas y radiografías. Los dos primeros dictámenes sí mencionaban a detalle las contusiones en la cabeza que presentaba, varias y una especialmente profunda. El último dictamen no se ha pronunciado al respecto.

El último informe revela que la joven murió entre tres y cinco días antes de que fuera encontrada en la cisterna del motel Nueva Castilla, en la periferia de Monterrey. Lo que da pie todavía a más preguntas. Escobar estuvo viva entonces cuando se emprendió una búsqueda intensa, después de que se pusiera una denuncia por desaparición y su última foto con vida, sola en una carretera, se convirtiera en un símbolo de la ola de mujeres desaparecidas en el Estado. Estaba viva cuando se empapeló la entidad con su cara, entre siete y 10 días antes de ser encontrada. ¿Dónde estaba?, ¿estuvo con alguien? Nadie ha respondido a estas preguntas.

El fiscal general de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero, ha presumido este lunes un “enorme trabajo de investigación” y ha enumerado los cientos de informes, indicios, cateos, estudios periciales, miles de horas de videograbación que han recabado en estos 88 días. Pese a los números, ninguna de esas pruebas ha sido suficiente para informar a la ciudadanía de algún avance. Tampoco hay información sobre un sospechoso, declaración de testigos ni un detenido a cuatro meses del posible crimen.

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