Señalamientos cruzados, encontronazos e información falsa. Así se resume el primer debate entre Kamala Harris y Donald Trump en la carrera por la Presidencia de Estados Unidos.
Después de que el primer debate presidencial el pasado mes de junio le costara la candidatura presidencial al actual mandatario estadounidense, Joe Biden, su vicepresidenta sale beneficiada de un encuentro en el que Donald Trump trató de sortear cuestionamientos complejos con su viejo chivo expiatorio: la inmigración.
“El performance de Kamala (Harris) fue mejor de lo que se esperaba. Los dos buscaron provocarse y no se si llamaría ‘explosión’ lo de Trump, pero claramente Harris consiguió generarle molestia y bastante agitación. Pero, por otro lado, creo que Kamala no hablo mucho de la parte sustancial. Fue un debate bastante básico”, afirmó Martín de Luca, exfiscal de Nueva York y asesor estratégico, a France 24.
En un debate condicionado por un foro sin audiencia y la constante intervención de los moderadores para remarcar los dos minutos con los que cada candidato contaba para expresar su plataforma política, Harris y Trump salieron al ruedo público, no tanto para defender sus posturas sino para reafirmar cómo ven el deber ser de un presidente estadounidense.
Trump criticó duramente a Harris por el manejo de la economía durante la Administración de Joe Biden, así como su presunta responsabilidad en la política migratoria actual, considerada como el peor de los males por el aspirante republicano.
Mientras, la vicepresidenta exhibió al expresidente como un millonario desconectado de la realidad social estadounidense y con tendencias autoritarias, sumamente dañinas para el futuro democrático de la que se presume como la primera democracia moderna en el planeta.
En el primer asalto del debate, ambos candidatos presidenciales expusieron sus ideas con relación a la economía estadounidense y a cómo mejorarían la situación actual.
La vicepresidenta arrancó su intervención proponiendo la creación de una “economía de oportunidades”, apelando a su historia como una mujer de clase media para empatizar con la clase trabajadora estadounidense, a la que prometió rebajar los impuestos.
Además, Harris afirmó que Trump “no tiene un plan” en el que entre la clase media trabajadora, explicando que en la hoja de ruta del controversial ‘Proyecto 2025′, el expresidente pretende rebajar los impuestos solo a los ricos, lo que provocaría “incrementar el déficit y la inflación”, además de llevar a Estados Unidos “al borde de una recesión”.
A menos de 60 días para las elecciones de noviembre, la inmigración sigue siendo uno de los temas más controversiales para ambos candidatos. En cada sección del debate, Donald Trump continuó definiendo a la comunidad migrante como un enemigo para Estados Unidos y culpando a Harris, a quien calificó como “la zar de la frontera”, por el incremento de los cruces migratorios al país.
Trump, que se enfrascó en una larga discusión con Harris por la asistencia y calidad de los mítines políticos de cada uno, añadió que las políticas de Joe Biden están “destruyendo el tejido social del país” y aseguró que quienes entran al país de forma irregular son “criminales” y “prófugos de instituciones mentales”, como ha sostenido en gran parte de su campaña.
El expresidente también hizo referencia a una teoría de conspiración sobre presuntos migrantes haitianos que “comen perros y gatos” en Ohio.
Por su parte, Harris se limitó a culpar a los republicanos y, especialmente, a Trump, por haber rechazado una legislación que habría reforzado los cuerpos de seguridad en la frontera con México, además de construir vías alternas para obtener la legalización de la estancia de aquellos que buscan refugio en el país. Al ser cuestionada por el porqué de su endurecimiento reciente con relación a la población migrante, la vicepresidenta evadió la pregunta.
En otro de los capítulos más encarnizados del debate, Trump y Harris se enfrentaron por el aborto en Estados Unidos.
Harris, con una clara posición a favor de los derechos reproductivos de las mujeres, acusó al exmandatario conservador de haber “elegido tres jueces para revertir el fallo Roe vs. Wade“, que protegía el derecho al aborto en el país, y añadió que “el Gobierno no le debería decir a las mujeres qué hacer con su cuerpo”.
Además, Harris prometió que, de llegar a la Presidencia, firmaría una ley para restablecer la protección federal del aborto, que se tenía antes de que el histórico fallo de Roe vs. Wade fuera revertido en la era trumpista.
Por su parte, Donald Trump, quien se mostró titubeante e indeciso en el tema, afirmó que hizo caso a los “académicos” que recomendaban revertir el Roe vs. Wade y devolverle a los estados la potestad de decidir si permiten o no la interrupción del embarazo en sus territorios.
En uno de sus tradicionales arranques, el expresidente también alegó que los demócratas tenían posiciones extremas, señalando al compañero de fórmula de Harris, Tim Waltz, y a todo el Partido Demócrata de “querer ejecutar” a bebés recién nacidos, haciendo alusión a una presunta política del exgobernador de Virginia Ralph Northam, que después fue desmentida por los moderadores del debate.
Sin embargo, Trump fue claro en remarcar que “no está a favor de prohibir el aborto” y aseguró que está a favor de permitirlo hasta las nueve semanas de gestación. Al ser cuestionado sobre si vetaría una hipotética prohibición federal, el expresidente evadió el cuestionamiento.
La política exterior estadounidense también estuvo entre los platillos principales de la discusión presidencial: Trump criticó el manejo de la actual Administración, a la que considera “incompetente” para solucionar conflictos internacionales; Harris, por su parte, se refirió a las relaciones políticas del exmandatario con líderes que no son del agrado de Occidente.
La vicepresidenta se alineó en su totalidad con la actual postura gubernamental sobre la guerra en Ucrania y afirmó que los líderes mundiales tradicionalmente aliados de Estados Unidos temen que Trump regrese al poder y afecte el funcionamiento de la OTAN, un pilar fundamental para Ucrania en su conflicto con Rusia.
Sobre el conflicto israelí-palestino, Harris no fue tan precisa como se esperaba. Aunque si dijo que su hipotético gobierno buscaría construir un camino hacia la “solución de dos Estados”, también se dijo comprometida con la seguridad de Israel, a quien sigue respaldando con el argumento del derecho a la autodefensa.
La actitud incierta y variante de Joe Biden con relación a la ofensiva israelí en los territorios palestinos fue una de las claves que originaron presiones dentro del Partido Demócrata. Su vicepresidenta intentó matizar y resaltar que siguen buscando un acuerdo de cese al fuego con Israel.
Trump, en uno de sus momentos más airados, acusó a Harris de “odiar a Israel”, argumentando de nueva cuenta que, si él hubiera sido presidente, el recrudecido conflicto dentro de Gaza y Cisjordania nunca se hubiera dinamitado.