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#8M La cuenta pendiente de Quintana Roo

En el marco del #8M, un día de reflexión y conmemoración por las incontables víctimas de feminicidio y sobrevivientes de diferentes violencias en el contexto mexicano, existen cuentas pendientes con millones de mujeres y niñas.

En Quintana Roo –estado que entre 2015 y 2020 tuvo un incremento de 400 por ciento de la participación femenina en el ámbito público y político– aún se enfrenta a diversos retos por crear mejores condiciones sociales, laborales y económicas para las mujeres.

La conquista de espacios en la esfera política es un terreno importante, pero sirve de poco si esos espacios son ocupados por mujeres que replican actitudes y posturas violentas, como lo sucedido hace unas semanas en el Congreso del Estado de Quintana Roo, con la llamada “Legislatura de la Paridad”, en donde la mayoría de las legisladoras votaron en contra del derecho a decidir y expusieron argumentos violatorios a los derechos humanos (y tratados internacionales como la CEDAW, que México ratifica) u otras no se presentaron a la votación, una falla a sus labores legislativas.

Foto: María José Cadena

No es suficiente el compromiso discursivo o las imágenes llenas de colores en redes sociales durante el #8M; con fundamento en frases de mujeres o colectivas feministas, si esto no viene acompañado de acciones afirmativas, entonces sean congruentes con sus promesas.

Asimismo, se estableció la Fiscalía Especializada en Delitos contra la Mujer en Quintana Roo, una herramienta necesaria para atender las violencias, y arrojó números alarmantes en 2020, ya que este estado fue el primer lugar nacional en denuncias sobre violencia sexual.

Aunque es importante fortalecer los órganos encargados de la procuración de justicia, las cifras sólo nos recuerdan que la violencia comienza a erradicar en el momento que le ponemos nombre a las agresiones y brindamos las herramientas suficientes para identificar, denunciar, acompañar y atender a las sobrevivientes.

Por ello, muestras de lucha y resistencia –como la toma durante tres meses del Congreso del Estado de Quintana Roo por más de 50 colectivas feministas– son el símbolo del movimiento feminista en México, donde las mujeres tejen redes comunitarias y digitales empujando la agenda pública desde lo social, jurídico y legislativo.

El feminismo no es algo nuevo, perfecto u homogéneo, pero es urgente. Cada día es más común platicar con mujeres empresarias, políticas, activistas o trabajadoras, y encontrar los puntos en común de las diferentes violencias con las que se han enfrentado en su vida personal o laboral. Esto tampoco es nuevo, pero esa conquista de espacios públicos ha creado una mayor resistencia a un sistema patriarcal.

Ninguna mujer en México –ni en Quintana Roo– ha sido exenta a estas violencias, y el objetivo del feminismo es no dejar a ninguna atrás pero aprender a respetarnos, hacernos responsables y sobretodo, escuchar las historias y exigencias de quiénes no han tenido la justicia de su lado.

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